VALENCIA, PLAZA DE TALANQUERAS
Carlos aguilar
Ir a los toros a Valencia es entregarse al despropósito. Esta plaza tiene, no más de cien aficionados que merecen la pena, lo demás es ignorancia supina, chulería provinciana sin la más mínima educación y civismo. Es normal que alguien se ponga de píe delante de ti cuando se está toreando y se ponga a hablar con cualquiera, pegando voces por supuesto, o que te toque al lado un lumbrera que no deja de decir en voz alta, estupideces que él considera taurinas.Si el picador se atreve a hacer su trabajo aunque sea con moderación: pitos y bronca.
Si la faena es mediocre y sin sentido: música al canto.
Si el torero mata deprisa, sin fijarse donde está la espada y sin tener la más minima idea lo que es ejecutar el volapié: orejas y más orejas.
En esta plaza, el año pasado, se puso de vuelta y media al presidente por no conceder el rabo al excelso torero, El Fandi.
En la corrida del sábado, toros inservibles de Pereda que al empresario artista y al Diputado de Asuntos Taurinos más inútil que he conocido, les debieron de parecer auténticos toros de lidia a juzgar por la sonrisa permanente que lucia el diputado, mientras se paseaba por los tendidos saludando a unos y a otros.
Bajo el mandato de la empresa, la banda tocó pasodobles en todos los “toros” ante faenas indignas de una plaza de primera, salvo la de Curro Díaz que cumplió.
Pero nadie protestó, salvo ligeramente al novillo más impresentable de la tarde.
No me extraña que un trofeo en esta plaza no tenga ningún prestigio.